Lisseth C. Torrealba R.

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domingo, 17 de enero de 2010

Educaciòn para el desarrollo

La tesis es que la Educación para el Desarrollo es un aspecto importantísimo de la cooperación que ha sido incomprensiblemente relegado a un rincón. La cooperación con mayúsculas tiene dos estrategias transformadoras: Los proyectos sobre el terreno, y los proyectos de E.D. Hace años que se habla del fracaso de los proyectos productivos, de los peligros de la ayuda alimentaria, de los errores y la fatiga de la cooperación sobre el terreno. Sin embargo, se insiste con tozudez, en dedicarle el 90%de nuestros menguados recursos. A estas alturas, deberíamos saber que no bastan los proyectos sobre el terreno para acabar con las desigualdades, ni son nuestros conocimientos técnicos, suficientes o adecuados para sacar a otros del “subdesarrollo”. Cooperar es el porvenir siempre y cuando se apoye en las bases de la Educación para el Desarrollo tanto o más que en las acciones sobre el terreno, de las que en muchas ocasiones, si no en todas, habría que incluir acciones de E.D. para los trabajos de relación, formación y fortalecimiento del tejido social de cooperantes y de quienes participan como beneficiarios en las acciones de cooperación. La única vía de acabar con la fatiga de la cooperación es impugnar el modelo de desarrollo hegemónico, modificar los conocimientos, percepciones y actitudes en aquellos países que determinan las relaciones Norte-Sur. Describir y criticar los modelos de desarrollo y las prácticas de cooperación sobre el terreno, son perspectivas que hay que integrar en los programas de formación y sensibilización de la opinión pública.
Cooperar sin tener una formación global y unas pautas específicas sobre la comunidad o el país en que se va actuar puede que sea el porvenir más desastroso jamás pensado. Este suele ser el peligro que corren los programas de viajes juveniles, del mes de trabajo de los viajes de solidaridad o de las políticas oficiales que intentan acabar con la desocupación en el Norte enviando a estas personas a hacer algo en el Sur. En muchos de estos casos la preparación es mínima o brilla por su ausencia.
 De este modo, se corre el riesgo de considerar el Sur como un depósito de vacaciones exóticas, de esnobismo intercultural, de experiencias fuertes, una oportunidad para todo Ministerio de Trabajo del Norte que quiera vestir la ocupación temporal de cooperación técnica y solidaridad internacional.
Desde esa prespectiva, el Sur se puede convertir en remedio de los males de personas y organizaciones del Norte que por su falta de formación en E.D. dejan sin remedio o incluso agravan todos los males del Sur.
A otros colectivos les toca peor suerte aún, como es dejar la vida en las playas del Sur donde 16 km.. de estrechez mental, separan la prepotencia, la incultura y el egoísmo, de la convivencia, de la riqueza del mestizaje cultural y de la participación en los derechos humanos. Debemos quitar la careta a este todopoderoso Mercado que provoca el crecimiento de la concentración de capital, de los conflictos, de la desigualdad en todas partes del planeta. Así, se pondrán los medios necesarios para que el Desarrollo Humano sea el modelo capaz de oponerse al neoliberalismo, y tendremos la oportunidad de construir sociedades más justas y generosas. Ese es el vuelco que la E.D. tiene que provocar en las estructuras del Norte y en las relaciones Norte-Sur.

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